domingo, 6 de octubre de 2019

“Joker” cuando una cinta de comics hace crítica social


Creo no equivocarme al decir que una buena película es aquella que se queda en tu mente revolviendo tus ideas una vez llegada a su fin y “Joker” de Todd Phillips sin duda es esa clase de película.

Esta historia de origen sobre el popular villano de los comics de “Batman”, ha generado cierta preocupación al interior de Estados Unidos, misma que tal vez no sea para menos, por su guión cargado de crítica social que nos muestra ciudadanos molestos, hartos de injusticias y cansados de no ser tomados en cuenta por cualquiera que tenga alguna clase de poder.

De esta forma la encarnación de Joaquín Phoenix resulta escalofriante no porque desde el inicio lo concibamos como un demente (aunque de hecho sí se habla más delante de su inestabilidad mental) sino por lo contrario, porque logra agradarnos y quisiéramos verlo triunfar, pues empatizamos con sus infortunio laboral y social al encontrarnos de un modo u otro reflejados en ellos.

¿Qué nos separa de Arthur Fleck / Joker? Puede preguntarse la audiencia y la respuesta pueda ser que en realidad no mucho. He ahí lo que perturba, que tal vez no se precise de una situación extraordinaria para convertir a un hombre ordinario en un completo demente al que deje de importarle ir lo que es correcto; es sólo el cúmulo de pequeñas situaciones infelices las que lo pueden conducir al desquicio.


La cinta consigue recordar a “Taxi Driver” de Martin Scorsese y curiosamente lo mismo se decía de “You Were Never Really Here” de Lynne Ramsay también con Phoenix como protagonista, por lo que habría que decir que probablemente dicho rol le sirvió como preparación para este otro. Y tal vez no en vano el mismo Robert De Niro aparezca en esta película como el ídolo de Arthur, un comediante que termina por defraudarlo.

Esto lleva a otra pregunta ¿quiénes son nuestros héroes y qué admiramos de ellos? Y en ese mismo contexto vale recordar una escena en la que Joker parece romper la cuarta pared, en un momento en el que observa a una joven con máscara de payaso (haciendo alusión a cierto incidente en el que él ya se ha desquiciado). Arthur la observa y la señala y en ese momento parece que a quien observa es a nosotros mirando su película.


También encontramos en la trama una referencia más que directa con la del protagonista de “The Man Who Laughs”, cinta de 1928 de Paul Leni basada en la novela homónima de Victor Hugo, en el que Jerry Robinson, Bill Finger y Bob Kane encontraron inspiración para la creación del enemigo de Batman. Así, encontramos a Arthur como un ser que raya en lo trágico, pues pese a no querer no puede evitar reír en momentos inoportunos debido a un trastorno mental.

Un acierto más en el guión recae en el hecho de que, aunque es esta una historia de origen, al igual que en los comics de DC hay varias interrogantes sobre lo que es verdad, pues de Joker se ha dicho todo y a la vez se sabe casi nada (como su nombre, aunque aquí se acepte uno). De igual modo, captura la esencia del personaje debido a su impredecible forma de actuar que nos roba el aliento.



“Joker” te “vuela los sesos” en más de un sentido porque como sociedad nos responsabiliza por nuestros propios monstruos. Pero más allá de inquietar debería ocupar a todo aquel que la vea en darse cuenta de que nuestras acciones siempre tienen un impacto los demás. Nunca sabemos en qué momento un buen gesto, un buen trato, el notar a alguien con un saludo y el ser comprensivos pueda sumar a favor.

En nuestras manos tal vez no esté la clave para acabar de raíz con problemas sociales como los que nos muestra Todd Phillips, pero es correcto que existan cintas como “Joker” que nos los hagan notar para que no vivamos de espaldas a ellos.



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